sábado, 10 de mayo de 2008

por qué siempre con los chicles pasa ésto

otro nos pregunta:
-oye...¿quieres un chicle?
y entonces tú, con un repentino y acuciante antojo de chicle, contestas que -¡SÍ!
.....
esperas
.......
el otro también espera
......
tras esta incómoda pausa, el otro aclara:
-no, perdona, te había preguntado que si tienes un chicle...
-ah! pues no, no tengo... entendí que si quería
....
todos, en ese momento, con las ganas...
-vale

1 comentario:

Unknown dijo...

Buff! Qué duro!
El estado de ansiedad que se te queda después..., te cagas en el que te lo ha ofrecido-pedido, y ya no hay más ocupación mental durante todo el día que encontrar un triste chicle.
A veces la situación es tan patética que funciona a lo bucle.
Dígase: os quedáis con ganas de chicle, y al primero que aparece (o que tenéis al lado pero no se ha percatado del absurdo), le ofrecéis-pedís uno. Y así se repite la situación, hasta por lo general tres veces, y decides que ya has hecho el idiota bastante y que lo mejor es disimular las ganas de chicle. Pones cara de 'paso perfectamente sin él'. El colmo del absurdo es cuando, con tremenda dignidad, le niegas el chicle a un ofrecimiento real, que suele darse sólo tras un bucle...
Moraleja: que todo y cada cual lleve su chicle en el bolsillo, lo coma cuando le apetezca, y no pida tanto. Gorrones!